sábado, 6 de agosto de 2016

CATALUÑA, CATALUÑA, CATALUÑA.



Cuando el Parlament de Cataluña resolvió que las sentencia del Tribunal Constitucional se las pasaba por el arco del triunfo no pude controlarme y recordé mi infancia declamando la arenga de Prim en la batalla de los Castillejos, y a mi abuelo ondeando una banderita de España delante de los soldados de papel de la Legión que yo manejaba sobre la mesa camilla.

- No te preocupes, Félix, me dijo mi pareja - una preciosa mujer catalana -. Los catalanes lo único que quieren es que España no les robe, y hacer sus carreteras, y pagarle a las boticas sus medicinas. Verás como no pasa nada.

-  ¿Que España le está robando a Cataluña?... mira: coge tu maleta que te llevo a tu tierra, y la llevé. Ni una palabra por el camino, ni una parada, ni un café, ni una sonrisa. Doce horas de coche.

Llegamos a su pueblo a eso de las dos de la mañana, y a cien metros de su casa me topé con un cartel-grafiti que ponía PORCA ESPANYA.

- Dame un caldero, dame cal, dame algo, por Dios, que quite ese letrero.
- No tengo cal, no seas niño, eso lo han puesto cuatro extremistas, eso no dice lo que piensas, dejalo estar, aquí no somos así.

¡Y una leche!: Ahí pone porca España, y yo no puedo pisarr en una tierra que diga eso y no se borre. Me arden los pies de pisar Cataluña si no borro la infamia. Así que busqué un caldero, le eché agua y lava vajillas que encontré y me fui al letrero infamante con la fregona en ristre.

En la calle estaban de botellón siete u ocho rapagones catalanes que me miraron como si vieran a Eté el extraterrestre. Tan grande, tan viejo, con mi cubo y mi fregona, a las dos de la mañana, calle adelante, los mozalbetes me siguieron. Los vi de reojo y me intranquilicé:

- Estos me zurran, pensé, y me vuelvo a Andalucia sin novia, solo y calentito. Pero ya no habia remedio, yo estaba allí, el letrero estaba allí, y Angels, viendo mi estado de ánimo, y el percal que tomaba el asunto, me siguió a unos pasos.

Bueno, que llegué al letrero y comencé a borrar y, que cojones: aquello era pintura o grafiti o lo que fuera y yo llevaba creo que era Calgón o algo así como un quitagrasas. Le estaba dando brillo al jodido letrero. El caso es que los jovenzuelos se acercaron, me miraron no sé si con respeto o con desprecio porque Angels les habló en catalán y se calmaron. Supongo que les diría: no le hagaís nada, está perturbado, le falta un hervor o algo así. Yo volví al coche con mi fregona y mi cubo un poquito más lleno; llevaba el agua y un dedo más de lágrimas.

Ya de vuelta en casa me pregunto, y le pregunto a ustedes ¿tan raro es que alguien defienda donde le pille el nombre de España? ¿tan raro es que al hacerlo te tengan por loco ?