REFLEXIONES DE UN TEÓLOGO QUE NO LLEGA A SER.
REFLEXIONES DE UN TEÓLOGO QUE NO LLEGA A SER.
Me anima a escribir estas líneas, estas reflexiones, o lo que en definitiva
sea esto que escribo en mi soledad de hoy, mitigada - e incluso matada - con el teclado del
ordenador, una obra de Gonzalo Haya que me
llegó de la mano de Juan Alarcón; Juan Alarcón era un jesuita, capellán del
Hospital de la Inmaculada de Granada, institución en donde intentaba, hace unos meses, reponerme de
una enfermedad relativamente grave. Juan
Alarcón escuchó mi confesión general, consoló mi espíritu y llevó hasta mi
lecho al Jesús Eucarístico. Hace unos días
Juan Alarcón murió y dejó entre mis papeles, y en mi vida, la fotocopia
de la obra “Lo que creo que creo” del citado
Gonzalo Haya, y, junto al libro, la
intranquilidad conceptual de aceptar o no aceptar la fe fragmentada
característica de la vida moderna.
Y no es que me cuestione las
estructuras formales de mi fe religiosa adquiridas en la infancia. Eso sería lo
normal, lo que hace casi todo el mundo; uno cree en lo que cree y no otra cosa,
y en todo caso no he conocido a nadie que
se plantee diseccionar con nitidez lo aceptado o lo rechazado de esa fe
mamada con la teta. No es eso; eso: tragarse lo más y reservarse algo por si
acaso, es lo normal, lo que la gente hace cuando recita – mas que reza - el Credo.
El problema surge cuando alguien
hace nacer en tu interior la reflexión autocrítica del ¿dónde?, ¿ cómo? Y
¿ cuándo? estamos, vivimos o creemos. Cuando se atisba, en definitiva, el
pasado y el mañana desde el altozano de la enfermedad o la cama del Hospital. Y
en ese momento surge la reflexión.
Lo que intento decir es que, al menos en mi mente, no entra la aceptación
parcial de la Fe. No vale decir por ejemplo “Creo en Jesús como hombre bueno,
como enviado, como el Mesías descrito por Moisés, o incluso el davídico…” y no
aceptar la resurrección de Jesús como hijo de Dios. Los “modernos” de hoy
parece que se fabrican un credo ad hoc
de su pensamiento y así caminan. Yo no sé hacer eso, puede que de de momento, y
puede también que mañana lo consiga. Mi solución no es llegar al Jesús
histórico y hacerme un hueco en Él, pues mis fuentes son solo el Evangelio y
ahí me quedo envuelto en críticas, doctrinas e interpretaciones oficiales. No;
sin despreciar al Jesús histórico – como profesional de la historia que soy – intento
coger otro camino, otra solución, otra vereda. ¿Cuál es?... este prius mío para
iniciar el camino de la aceptación de la Fe. Pues no es otro que la propia necesidad interior de la cercanía de
Jesús el Misericordioso, valedor de mi dignidad interior como hijo del Padre.
Solo así doy media respuesta al planteamiento de Gonzalo Haya de “lo que creo que creo”. Este
es también el camino de mitigar mi soledad, que solo se calma en Él.