martes, 9 de abril de 2013

LO QUE CREO QUE CREO


REFLEXIONES DE UN TEÓLOGO QUE NO LLEGA A SER.


REFLEXIONES DE UN TEÓLOGO QUE NO LLEGA A SER.

Me anima a escribir estas líneas, estas reflexiones, o lo que en definitiva sea esto que escribo en mi soledad de hoy, mitigada  - e incluso matada - con el teclado del ordenador, una obra de Gonzalo Haya  que me llegó de la mano de Juan Alarcón; Juan Alarcón era un jesuita, capellán del Hospital de la Inmaculada de Granada, institución en  donde intentaba, hace unos meses, reponerme de una enfermedad  relativamente grave. Juan Alarcón escuchó mi confesión general, consoló mi espíritu y llevó hasta mi lecho al Jesús Eucarístico. Hace unos días  Juan Alarcón murió y dejó entre mis papeles, y en mi vida, la fotocopia de la obra “Lo que creo que creo” del citado  Gonzalo Haya, y, junto al libro, la  intranquilidad conceptual de aceptar o no aceptar la fe fragmentada característica de la vida moderna.  
Y no es que me cuestione  las estructuras formales de mi fe religiosa adquiridas en la infancia. Eso sería lo normal, lo que hace casi todo el mundo; uno cree en lo que cree y no otra cosa, y en todo caso no he conocido a nadie que  se plantee diseccionar con nitidez lo aceptado o lo rechazado de esa fe mamada con la teta. No es eso; eso: tragarse lo más y reservarse algo por si acaso, es lo normal, lo que la gente hace cuando recita – mas que reza -  el Credo.
El problema surge cuando alguien  hace nacer en tu interior la reflexión autocrítica del ¿dónde?, ¿ cómo? Y ¿ cuándo? estamos, vivimos o creemos. Cuando se atisba, en definitiva, el pasado y el mañana desde el altozano de la enfermedad o la cama del Hospital. Y en ese momento surge la reflexión.
Lo que intento decir es que, al menos en mi mente, no entra la aceptación parcial de la Fe. No vale decir por ejemplo “Creo en Jesús como hombre bueno, como enviado, como el Mesías descrito por Moisés, o incluso el davídico…” y no aceptar la resurrección de Jesús como hijo de Dios. Los “modernos” de hoy parece que se fabrican un credo ad  hoc de su pensamiento y así caminan. Yo no sé hacer eso, puede que de de momento, y puede también que mañana lo consiga. Mi solución no es llegar al Jesús histórico y hacerme un hueco en Él, pues mis fuentes son solo el Evangelio y ahí me quedo envuelto en críticas, doctrinas e interpretaciones oficiales. No; sin despreciar al Jesús histórico – como profesional de la historia que soy – intento coger otro camino, otra solución, otra vereda. ¿Cuál es?... este prius mío para iniciar el camino de la aceptación de la Fe. Pues no es otro que  la propia necesidad interior de la cercanía de Jesús el Misericordioso, valedor de mi dignidad interior como hijo del Padre. Solo así doy media respuesta al planteamiento de    Gonzalo Haya de “lo que creo que creo”. Este es también el camino de mitigar mi soledad, que solo se calma en Él.