domingo, 2 de diciembre de 2012

Las plumas invisibles

Mi buen amigo José María Penco alude a mí con calificativos que de buenos me sonrojan, pero con alguna imprecisión. Yo no soy catedrático de Universidad; me quedé en el honroso puesto de Profesor Titular. Saqué brillantemente dos veces las oposiciones a cátedra, pero por motivos que no vienen al caso, no me dieron plaza, y por lo tanto no he ingresado nunca en el prestigioso cuerpo de catedrático de universidad. Me hubiera gustado…, si: pero las cosas son como son y ya está. Os voy a contar un cuento que viene al caso.
Había una vez un padre que llevó a su hijo de siete años a una película de indios y vaqueros y a la salida, ya en casa, el niño se empeñó en que él era un indio feroz…
- Auuuu… Auuuu…Auuuu, decía el niño y se daba golpecitos con la mano en la boca abierta, subiendo la barbilla y mirando a lo lejos por la ventana del salón.
- Ya está bien de hacer el indio, niño, que estoy viendo el futbol
- Sí, papá, pero yo soy un indio, mira: Auuu… y soltó el retoño de nuevo la llamada a combate de los indios de no sé dónde. 
- Calla, coño, que no eres un indio, que te falta la pluma…

Y ante la evidencia de la falta de pluma el niño lloró y lloró desesperadamente hasta que el padre, por ver si lo callaba, fue a un palomar que tenía en el camaranchón de la casa, agarró la primera pluma que encontró y se la pegó con un celo a la frente del retoño. 

- ¿qué?, ¿contento?
- Sí papi, pero yo quiero que tú seas otro indio…
- Bueno, ya está, dijo el complaciente padre… Yo soy otro indio, soy Toro Sentado, y estoy preparando el ataque al fuerte mientras veo a Ronaldo… ¿te va?
- Si, papi, pero no tienes pluma…
- ¡Cojones!, si que tengo pluma ¡ea!, lo que pasa es que mi pluma es trasparente y no se ve.
- Mira hijo, dijo el papi y apagó la tele: las plumas son un artilugio de vanidad. Uno es tan indio con pluma como sin pluma. Algunos se las ponen más grandes, de pavo real, otros de gavilán… para el ataque, otros como tú se las ponen de paloma. Tú eres, por eso, un indio de paz. 
- Sí, papi pero ¿tú has visto alguna vez un indio con plumas de pavo real?
- Pues claro … abundan por ahí como las moscas… Mira: las mejores plumas no son las de pavo real; las mejores son las invisibles, las que no se ven … más que para el que tiene ojos para verlas: el guerrero que las lleva no necesita ponérselas porque todos saben que es él y lo respetan por eso. Eso te pasa a ti, hijo… ¿a que tú ves la pluma invisible de tu papi y sabes que viendo el futbol planeará mejor el ataque de mañana…?
- Si papi, tú eres el indio más grande de pluma invisible que he visto nunca
- Gracias hijo.
Y pudo ver así, el padre aquel, como Messi le marcaba un par de goles al Madrid.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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