jueves, 20 de diciembre de 2012

Cuento del jaramago.


EL CUENTO DEL JARAMAGO.



   Había una  vez  en una linde  una planta pequeña, una planta vulgar de primavera.  Muy usual  en los ribazos  apenas recibía atención alguna.  Sus flores amarillas no las usaban las gentes para adornar altarcicos ni ventanas.  Sólo alguna que otra vez el jaramago aquel, que jaramago era la plantita de marras, había oído hablar de  pasadas glorias : Campos floridos bajo encinares viejos ; pagos y caminos  sin fin;  el contraste morado de marzo: lirios , borragos, violetas …, con los que el jaramago combinaba en su amarillo limón.
 
Un día de abril vio nuestra plántula  pasar a una  yunta tirando de una  carreta adornada de flores de papel.   Acamparon cerca del ribazo los romeros y  contempló cómo bailaban por sevillanas  las mozas y mozos que la carreta traía. Y violes adobarse de madrugada   sobre la yerba recia vecina suya  - gramón agradecido y aplastado en el quehacer de amor - , y se ruborizó y se extasió , y buscó en el aire lo que ansiaba. Solo que el amor de jaramago - le dijeron - era  una espera infinita , un polen misterioso que  fecundaría sus flores sin más .


¿ Y la danza ?, ¿ y el arrullo? , ¿y el gemido? , ¿ y los brazos entrelazados ? , ¿ y las bocas aquellas de las parejas de la carreta en flor ?, ¿ y el gramón   de colchón  aplastado ? , ¿ y el sudor de los cuerpos y de las almas ?…  ¿ dónde quedaba todo  ? , ¿ en qué lugar de la botánica parda  decía que el amor del jaramago estaba fuera de lugar , que era malo  ? .

 Yo recuerdo al Padre Amezcua decir que el ímpetu español  de la  Conquista Americana estaba unido a otros sudores menos placenteros . Que Pizarro, Cortés, Cabeza de Vaca y Magallanes llevaron la fe y la castidad a Países en los que el  “Kamasutra “ reinaba como aquí el Sagrado Corazón . Kilometro arriba, kilometro abajo , luego me enteré que lo del Kamasutra tenia relación con la cama y que eran cosas de la India, pero de la India de verdad no de la india  de Colón.

 Los indios de la India, desde luego, según contaba mi padre, permitieron que los ingleses los dominaran por aquella degeneración obsesiva del folleteo prematuro. Que si no hubiera sido por el ablandamiento de la medula ósea , el relajamiento de las costumbres, la fornicación  obsesiva y alguna que otra lindeza parecida los echan a gorrazos, a los ingleses claro.  Que mi padre aseguraba que la médula se ablandaba con aquellos traqueteos , y que Trento había sido el Concilio de la España inmortal. San Francisco Javier bautizando millones de catecúmenos con una regadera, o mejor con una concha peregrina gallega santificada por el Padre Santiago Matamoros, eran la explicación a todo : al imperio, a Pizarro, a Guzmán el Bueno , a Cortes, a Canalejas e incluso a Queipo de Llano. Por explicar la bondad del hecho fehaciente de la escasez de acoples que acongojaba a la juventud heroica de la post guerra  la leche americana y el desarrollo de los tecnócratas  baste con leer las Reivindicaciones de España de Areilza y Castiella en las que se pedía nos dieran el Vietnam. Pedían los cabronazos de políticos  aquellos  que nos dieran el Vietnam nada más y nada menos por que unos soldaditos hispánicos desembarcaron una vez por aquellos pagos camino de Filipinas buscando lo que buscaran las criaturas, después de meses de travesía sin más faldas que el delantal del sargento de cocina. “Apoyo logístico a las fuerzas francesas en la Indochina” afirmaba Castiella . España se ha puesto en movimiento dijo Serrano Suñer cuando entramos en Tánger. Gustó aquello del movimiento, agradó la palabreja afirmo, lo pusieron con mayúscula , y por pocas . Por el imperio hacia Dios , proclamó alguien. Viva España. Arriba España, Viva Franco ,  Arriba el Movimiento …,y el tío Ricardo ( Ricardo Sánchez Hidalgo  - hermano de mi abuelo por más señas )  que exigía el saludo romano con la mano extendida , abierta , ( hacia abajo claro que hacia arriba es mendicante y propia de país dominado y colonial . ) mientras sonaba el himno nacional en la radio a las dos y media. Y si el himno sonaba mientras estabas comiendo y con la boca llena, pues nada se levantaba la mano pero con cuidado de no hacer ruido de tripas en tan solemne momento , ni tirar las copas de agua, eso. Y yo me digo : ¿ por qué el Movimiento iba contra el movimiento ?  , ¿ Qué tenia que ver el culo con las témporas ...?  Pues en verdad en verdad os digo que así era.

   En fin, que el jaramago no alcanzaba teorías tan excelsas . ¿ Que tenia que ver el Imperio , y España y la Santa Madre Iglesia con el vaivén  y el  arrechucho  y el besuqueo y el acople?. España, la tradición , la Falange, Franco , y quinientos años de decadencia patria exigían empero el polen misterioso y aséptico, la cópula liviana, la masturbación como escape y la confesión como bálsamo de Fierabrás.

 Eso no lo supo nunca el jaramago aquel, aunque lo intuyó afirmo. Y si no, que se lo pregunten a las parejas escondidas por los jardinillos del Salón al atardecer, y a los grises mandados por el Cardenal Parrado para salvaguardar las costumbres vigilando por las Titas y por los Basilios y por la Bomba.

Yo, de aquella época, o mejor de algunos años más tarde, recuerdo a un País  - España era por aquel entonces un País y una Nación - en el  que convivían Herrera Oria y Escrivá de Balaguer . Un País en el que hasta el Papa se decía era  rojo,  masón,  conspirador  y contuberniante, y en el que en la primera comunión te regalaban el  Kempis o Camino  o ambos dos monumentos literarios . Y todo antes de enterarnos de que la Ikurriña existía y la Verdiblanca era  parienta de Blas Infante. Joder, joder, joder …, que para enterarse de todo aquello y ver lo que el jaramago había presenciado  había que ir a Perpiñán al cinemascope, por lo menos. 

Así quedó la cosa durante años,  y el jaramago creció  y sus semillas volaron a otros pagos y  la vida brotó en nuevas primaveras,

 Pasado el tiempo y por causas que no vienen al caso llovió intensamente sobre el ribazo aquel. El agua penetró por las grietas del barbecho y la humedad estremeció las viejas raíces ocultas y enterradas. Tímidamente , cuidadín cuidadín , allá por octubre o noviembre,  abrieron algún que otro capullito del jaramago amigo,  y supo  que el invierno cierto quemaría las flores  que a destiempo la lluvia promovía . Al olmo centenario, decía Machado , con las lluvias de abril y el sol de mayo , algunas hojas verdes le han salido. Al jaramago viejo, digo yo, en el veranillo del membrillo , le ha salido una flor.


De todo aquel frenesí cultural , o a despecho de él,  de nuestra florecilla nació una vaina pequeña de semillas fugaces y redondas como puntitos pardos sobre el terreno seco.  Preguntósele al sabio del lugar,  alcornoque centenario del cerro, qué debía hacerse con una flor extemporánea, con una simiente fuera de temporada de futuro incierto y poco venturoso. Se hizo un silencio. Recogiose el sabio a meditar. Maduró la respuesta afirmo, y por fin habló.

 Esperaba la sociedad yerbuna una sentencia  ejemplar llena de considerandos y resultandos; una sentencia que iniciara una línea jurisprudencial constante, un camino ancho y justo para el Derecho que enseñara a toda planta a comportarse como debía : se florece en abril; se germina en mayo , y se muere en septiembre. 

Bueno, dijo el alcornoque,  pues nada, no pasa nada ; esta es mi sentencia:

“ Que acaricie el jaramago de amarillo el color de la paja . Que endulce de pinceladas verdes el lindazo de tobas y cardos. Que aprenda a bailar sobre sus raíces viejas la danza eterna del amor. Que haga lo que sepa y lo que pueda, ¡ Que cojones ! . Y que le quiten lo bailao antes de que llegue la escarcha.”

 Y es que el alcornoque , amigos míos, era auténticamente un sabio , aunque fuera un alcornoque. Y comenzó el jaramago su lento aprendizaje de danza a las ordenes del viento y de la brisa , y le salieron posturas  armoniosa y gráciles y esbeltas parecidas a las del dibujo de mi hija que se adjunta:




Sólo, que sus abriles habían pasado y su tiempo se resistían al bailoteo desenfrenado y acusaba el esfuerzo en demasía. 

- Tu tren pasó hace años ; no se oye ya ni el silbido agudo de la máquina en lontananza, decía la amapola
    - ¡ No te da vergüenza !, apostillaba el espárrago triguero. .
   - Cada cosa en su tiempo , concluía la ortiga y la lavanda.

Tres días más tarde, cuando un frente frío alcanzó las costas de este Sur terminó la polémica. Una escarcha primera de  noviembre cubrió de blanco las hojitas aquellas del jaramago viejo. Cuando el sol apretó a media mañana del día siguiente, todo había pasado. El crudo invierno  de las estribaciónes de la Penibética puso orden en el ribazo en flor de otoño. Poco después el viento del norte arrastró unas briznas negruzcas hacia pagos más fértiles, hacia primaveras nuevas.  Lo que no marchó nunca  fue la sentencia del alcornoque y la añoranza eterna del ribazo florido. Y colorin colorado este cuento se ha acabido ( para que rime ¡ ea ! ) .

Las monjas de Santa Clara


Me duele la Navidad. Me duele la soledad y suscitar pena penita pena. Me duele el espíritu dulzón,  y las lucecitas, y el mazapán, y el Corte Ingles cantando villancicos. Yo estoy bien, con gripe pero bien. Esta noche al  apagar la chimenea he quemado una hoja del Mundo; no me crean trágico: he quemado una hoja del el Mundo que andaba por aquí. Ahora vas a arder, le dije y… ardió; ardió de golpe, como si fuera gasolina incendiaria; luego por las aristas de cada doblez  han recorrido velozmente su camino lucecitas minúsculas animadas por el aire . Ascuas insignificantes, me dije; como monjas, monjas, novicias…he pensado : palmatorias de novicias de un convento del S.XVI. Cada una corriendo a su celda por los pasillos tortuosos del convento, es decir: por los pliegues del papel. Al llegar, se abre la puerta, entra la novicia y apaga la palmatoria para desnudarse y que no la vea en cueros su angel de la guarda. ¡Pin!, y se apagó la lucecita. La superiora es la luz más persistente, más intrincada en su camino, mas observadora de las demás. Al apagarse la luz de la superiora se acaba el cuento y mi lumbre…
No estoy mal, digo, anuciando el festejo…están conmigo las monjitas del Convento de Santa Clara, como  canta Carlos Cano en el Spotify… Feliz Navidad, amigos míos. Que la ansiada paz del Misericordioso esté con todos vosotros, como lo están conmigo las monjitas de Santa Clara…

El lugar del ser.


El lugar.

Distancia: de Luisa Sánchez Pérez.
El lugar del yo es un concepto abstracto ciertamente complejo. Somos lo que somos en un lugar, en un hogar, en un paisaje, en unas coordenadas concretas, y no en otras. Cierto que viajamos, nos movemos,  conocemos o intuimos otras realidades culturales u otros paisajes ajenos al lugar del yo. Pero en tales sitios uno no es…, simplemente está.
Lo que intento decir o comprender es la realidad histórica del destierro, del exilio, de la inmigración y la profunda, la aterradora soledad que implica. Cojo el coche, salgo de Madrid, tomo la autovía de Andalucía – la nacional 4 -, avanzo… paso por Aranjuez…me llaman
-          ¿por dónde vas?
-          Estoy en Aranjuez…
-          Ah, entonces te quedan...
-          Si, tres horas a Bailén…
-          Bien, llámame cuando llegues
-          Chao.
Y sigo, y atravieso la Mancha y llego a Andalucía. Los olivos se extienden hasta el horizonte en hiladas simétricas, violáceas ya en la tarde, eternas en mi alma. Es diciembre y el fruto inclina los arboles haciéndome un saludo de bienvenida. ¿ya has regresado… me dicen?. Sí, sí ya estoy aquí de nuevo: ya soy yo.
Y eso que he pasado solo dos días en Madrid. Me imagino el exilio de los intelectuales españoles en la pos Guerra. Treinta, cuarenta años de exilio sin ser, solo estando, y leo y releo sus escritos para intentar a cercarme a su yo desterrado y solo. Volver a morir… eso. Los he contemplado ya ancianos volver a morir,  morir desde el ser. Uno no se muere desde el estar. Si eso me ocurriera…, vagaría por el éter hasta encontrar una inmensidad plateada cuajada de aceituna pintona que me dé, una vez más, la bienvenida. Mientras, seguiré solo, absolutamente solo en un inestable estar.
Quien condena a un hombre a destierro…no sabe lo que hace.
Quién obliga a un hombre a emigrar y le ofrece un sueño en su futuro estar…no sabe lo que hace.
Quien lea esto y no lo entienda…es un insensato.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Tiempo y soledad


¿Existe el pasado?: No, no existe. ¿y el presente? : el presente se nos escurre.. ¿Y el futuro?: el futuro se intuye. Solo eso.
El pasado se extingue a velocidad relativa, pero se extingue. Cuando vamos en un tren y contemplamos  el paisaje por la ventanilla, los objetos todos: las casas, los arboles, las montañas, los postes de la luz o los automóviles que circulan por la carretera contigua se nos acercan lentamente. No están aún en nuestro presente, en nuestro pasar, en el viaje ese en el que el tren nos lleva. Son un futuro inmediato que llegará a nuestro puesto visor en unos minutos, en unos instantes. Al acercase aceleran un movimiento inexistente en ellos y constante en nosotros, en nuestro tren, en nuestra ventanilla en movimiento.  A nuestros ojos, ante el cristal de nuestro mirador, cuando llegan a nosotros, los objetos que se acercaban lentamente pasan raudos, en centésimas de segundo,  luego se alejan progresivamente cada vez más despacio hasta quedar inmóviles allá en su horizonte lejano y pasado.
Tres cosas, quizás, puedan sacarse del símil escrito supra.
-          Primero, que el sujeto está en movimiento; el yo, nuestro yo, no está estático en el tiempo…, no. Somos en movimiento, contemplamos la vida desde una plataforma móvil  que avanza desde el nacimiento hasta la muerte. Nuestro presente es la imagen fugaz de lo cotidiano, de lo que pasa y se extingue ante el cristal de una visión acelerada.
-          Segundo,  que el pasado no existe en tanto es; pero está en el recuerdo, en la memoria. No poder olvidar y no poder recordar es, casi, lo mismo, pues el yo, el yo absoluto que aspira a la transcendencia, no está fuera… sigue en el tren y como máximo puede mover la cabeza para otear alguna que otra imagen que ya más lentamente ha pasado o va a pasar ante sus ojos. En cierta medida estamos haciendo con ese giro de cabeza, profecía o historia. Solo eso.
-          Tercero, que nadie puede bajarse del tren. El tiempo es inexorable. Solo puede atisbarse esa posibilidad desde la locura.

Luego, más tarde, quizás después de escuchar un silbido profundo, nuestra vida se zambulle en un túnel y la luz interior del tren es la única que alumbra la vida. Queda en ese túnel, si es que sabemos escucharla, la soledad absoluta de la espera a oscuras, y la esperanza de ver en el mañana un paisaje repetido de casas, montañas, árboles y postes de la luz.
Para concluir, una consideración más: a veces, como decía antes, el objeto visualizado desde la ventanilla es un automóvil que corre por la carretera próxima. En ese caso el objeto permanece unos minutos en nuestra visión y en nuestro recuerdo y rompe en ese tiempo la soledad.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Las plumas invisibles

Mi buen amigo José María Penco alude a mí con calificativos que de buenos me sonrojan, pero con alguna imprecisión. Yo no soy catedrático de Universidad; me quedé en el honroso puesto de Profesor Titular. Saqué brillantemente dos veces las oposiciones a cátedra, pero por motivos que no vienen al caso, no me dieron plaza, y por lo tanto no he ingresado nunca en el prestigioso cuerpo de catedrático de universidad. Me hubiera gustado…, si: pero las cosas son como son y ya está. Os voy a contar un cuento que viene al caso.
Había una vez un padre que llevó a su hijo de siete años a una película de indios y vaqueros y a la salida, ya en casa, el niño se empeñó en que él era un indio feroz…
- Auuuu… Auuuu…Auuuu, decía el niño y se daba golpecitos con la mano en la boca abierta, subiendo la barbilla y mirando a lo lejos por la ventana del salón.
- Ya está bien de hacer el indio, niño, que estoy viendo el futbol
- Sí, papá, pero yo soy un indio, mira: Auuu… y soltó el retoño de nuevo la llamada a combate de los indios de no sé dónde. 
- Calla, coño, que no eres un indio, que te falta la pluma…

Y ante la evidencia de la falta de pluma el niño lloró y lloró desesperadamente hasta que el padre, por ver si lo callaba, fue a un palomar que tenía en el camaranchón de la casa, agarró la primera pluma que encontró y se la pegó con un celo a la frente del retoño. 

- ¿qué?, ¿contento?
- Sí papi, pero yo quiero que tú seas otro indio…
- Bueno, ya está, dijo el complaciente padre… Yo soy otro indio, soy Toro Sentado, y estoy preparando el ataque al fuerte mientras veo a Ronaldo… ¿te va?
- Si, papi, pero no tienes pluma…
- ¡Cojones!, si que tengo pluma ¡ea!, lo que pasa es que mi pluma es trasparente y no se ve.
- Mira hijo, dijo el papi y apagó la tele: las plumas son un artilugio de vanidad. Uno es tan indio con pluma como sin pluma. Algunos se las ponen más grandes, de pavo real, otros de gavilán… para el ataque, otros como tú se las ponen de paloma. Tú eres, por eso, un indio de paz. 
- Sí, papi pero ¿tú has visto alguna vez un indio con plumas de pavo real?
- Pues claro … abundan por ahí como las moscas… Mira: las mejores plumas no son las de pavo real; las mejores son las invisibles, las que no se ven … más que para el que tiene ojos para verlas: el guerrero que las lleva no necesita ponérselas porque todos saben que es él y lo respetan por eso. Eso te pasa a ti, hijo… ¿a que tú ves la pluma invisible de tu papi y sabes que viendo el futbol planeará mejor el ataque de mañana…?
- Si papi, tú eres el indio más grande de pluma invisible que he visto nunca
- Gracias hijo.
Y pudo ver así, el padre aquel, como Messi le marcaba un par de goles al Madrid.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.